jueves, 7 de enero de 2016

Pico En Soga 16'

Y así volví.

No se si será mi deseo masoquista o mi actitud de querer tenerlo todo, pero por 9na vez en mi vida decidí volver a internarme en las profundidades del parque nacional J. Armando Bermudez para tratar de conquistar el pico más alto de las Antillas, el Pico Duarte. Situado 3,098(1) metros sobre el nivel del mar, majestuosamente se sostiene en el centro de la cordillera central, donde un bloque enorme de piedra sirve como mesa para un busto antiguo y una estatua nueva de nuestro padre de la patria, por el cual lleva su nombre, y una cruz, que representa el sentir cristiano de toda nuestra nación.

Día 1

Todo empieza un sábado 2 de enero. Son las 4:00 am cuando empieza a llegar la gente a casa de la abuela, quien tiene viéndonos hacer estos viajes desde el 1998 con una constancia que da envidia, y de manera casi ininterrumpida. En lo personal, es mi 9na vez, pero mi hermana y mi papá hasta perdieron la cuenta, haciendo viajes que a veces son hasta 2 por año, a veces los envidio por esto, pero mis circunstancias no me permiten tanto como quisiera. Mientras siguen llegando personas empiezo a ver caras viejas, el Bred, Paula, Manolo, Yoyo, el Gallo (un primo de 16 que nos acompaña por primera vez y por quien me siento muy contento), así como caras totalmente desconocidas que se convertirán en geniales personas para compartir. Santo Domingo, Santiago, Gaspar Hernandez, Argentina, New Orleans; ingenieros, arquitectos, publicistas, atletas, mercadólogos, menores de edad, médicos, en fin, una mezcla de orígenes y talentos que promete dar una bomba de aventuras.

La guagua arranca luego de cargar el equipaje y el viaje a Manabao/La Ciénega se realiza sin eventualidades. Al llegar la temperatura empieza a cobrar temprano, las manos no las siento y la nariz ya esta dando síntomas de fallo multiorgánico. Vamos al colmado y compramos salami y queso con una funda de pan, Supligen, y nos matamos el hambre de la manera más simple posible. Pasamos por la caseta del guardaparques, obtenemos cintillos de entrada al parque y sin ningún tipo de reunión previa partimos aquellos que vamos a pie para ganar tiempo y conservar energía. El camino ya me lo se de memoria, aunque ciertas cosas cambian con el tiempo, la naturaleza y el sonar del rio me hacen olvidarme de todo lo que me preocupó por un año entero, no hay más de eso a donde voy, solo arboles, caminos, rios y mucho dolor físico que se manifestará al final de cada día. Llevamos buen paso, al llegar al cruce mi hermana sale hacia el Valle del Tetero, pues ya esta cansada de verle la cara a Duarte y así continúo con el Daro y Dennis, quienes en pocos minutos me sacan ventaja, pues son atletas. Conozco más rezagados, oftalmólogos, ingenieros, esposos y estudiantes, cada quien a su paso, algunos me rebasan, otros se retrasan, dentro de mi solo pienso "estoy en buena forma, deje a otro atrás".

La última vez que vine por aquí, me exigí tanto el primer día que lloré en la madrugada del dolor en los muslos, éste era mi gran temor, que esto se repitiera en este primer día, por lo que me dije que iría a un paso que mi cuerpo tolerara. Llegamos a agüita fría, meriendo, duermo 20 minutos, me levanto y decido llegar a Compartición, 1 hora mas tarde, la vista característica de la colina me deja entender que llegué. Ubico nuestra área de campamento, solo han llegado 5 más de nuestro grupo, nada de carga ni comida. Decido iniciar una fogata y me sorprendo de mis habilidades de Scout que nunca practiqué, este fuego empieza a unir a las personas del grupo. Son las 6 pm y apenas han llegado 2 mulos de carga, empezamos a armar casas de campaña y preparar el campamento, la hora del baño se esfuma de nuestras manos a medida que la temperatura se hace mas indolente. 8 pm y mi padre aún no llega por lo que decido devolverme en mis pasos para ir a encontrarme con ellos. Empiezo a encontrar a miembros de nuestro grupo solos, rezagados, sin mulos, desesperados, nada de mi padre. Sigo caminando y veo unas linternas que me indican que otro grupo se acerca, en este caso es el, se le nota la frustración en la voz, me da un sutil boche y decido mantenerme callado, llegamos de vuelta al campamento y terminamos de instalar, cuando escucho que faltan 2 campistas, una pareja de esposos que aun no llega al campamento, la naranaja se empieza a poner amarga. Luego de iniciar preparativos de la cena la pareja llega, molesta, a pie, reclamando de la mala organización del viaje y de como debieron hacer una parte del trayecto a pie por la falta de mulos apropiados, a pesar de no ser directamente organizador no se donde meter la cara, pues mi familia organiza el grupo, por otro lado escucho que debí ir en la cola del grupo, no punta de lanza, pues soy el médico, todo esto me sirve como retroalimentación para el proximo día.

Nadie se anima al baño, solo yo decido adentrarme en la oscuridad de la noche al rio más incomodo que he conocido, jabón en mano, traje de baño y linterna frontal, llego al punto de baño y de repente, oscuridad. Mi linterna falla y todo se desvanece de mis ojos, el tiempo que tardan mis ojos en adaptarse a la oscuridad parece una eternidad, el frio se siente mas frio, el miedo crece, todos los sonidos son amenazadores... Estúpido! ¿Qué te va a pasar? ¿Un chupacabras?, decido dejar el mamoneo y le doy 2 golpes a la linterna, luces vuelven y decido bañarme. El aire esta tan frio que el agua parece tibia, lavo las partes cruciales de mi cuerpo y mientras el agua fluye siento como el dolor de cuerpo se desvanece, esto si es medicina natural. Regreso al campamento y al cruzar por el refugio, al ver las caras de todos los grupos que andan en este viaje, no puedo evitar notar que aproximadamente de 20-30 de estos campistas fueron alumnos mios, en el ELI, la PUCMM y el hospital. Empiezan a llover los Joe Mike y mi mente empieza a darse cuenta de lo viejo que estoy. Apesta.

La primera noche pasa sin eventualidades, duermo con frio pero sin dolor, y por si las moscas, un Bergeron R me administro para darle apoyo a la medicina preventiva.

Día 2

Todos están obsesionados con ver el amanecer en el Pico, o sea, debe ser bonito, no lo niego, pero ¿hay que levantarse a las 4 am? Al menos mi cuerpo no duele, los párpados pesan, pero el cuerpo no duele. La pareja de esposos están renuentes, no van a subir, mi padre tiene fiebre, mi primo resaca y un amigo nauseas, por lo que los valientes salimos, a nuestro paso, con nada en la barriga y solo agua en vez de cafe.

Todo esta oscuro, húmedo, el aire quema al entrar por la nariz, me encuentro solo en la cola del grupo, nadie delante, nadie detrás, Spotify decidió hacerme una mala jugada y a pesar de tener listas offline me hace un cierre de sesión involuntario, no tengo música, solo mi linterna y los ruidos de la noche.

Ya he pasado el punto donde debí devolverme el viaje anterior y me siento en mi mejor estado físico, empiezo a encontrar rezagados de otros grupos, un Joe Mike aquí, otro allá, y de repente me encuentro a Sabrina, la argentina que ahora es prima mía, quedada, cansada, recordando la encomienda de mi tía me convierto en un callo y fuente de inspiración, pues a la vez me sirve de apoyo, ya que no andaré más solo en el camino. Llega el amanecer, pero no estamos ni cerca de llegar al Pico, aun así, es bello, ver como hay oscuridad a un lado, luz al otro, sol y luna, estrellas tan claras como luces de una ciudad, por esto vivo.


Seguimos subiendo y cuando no tenemos más aliento llegamos al Valle de Lilís, aquí vemos a Matías (el novio de Sabrina) y a Vicky (la novia de mi primo), a quienes agregamos a la grúa y decidimos terminar los 20 minutos subiendo para llegar al Pico Duarte.

Llegamos, está el viejo busto, la nueva estatua, la cruz la bandera, decido engancharme al asta como tradicionalmente he hecho desde que subo sin mis padres, obtengo mi foto y por primera vez en 9 viajes, he conquistado el Pico Duarte, completamente a pie y sin pedir ayuda, me siento realizado. Hacemos unas cuantas fotos más y volvemos al valle.


Comemos algo, reposamos menos, y la gran mayoría decide montarse en un mulo, por lo que esta vez, solo a pie, decido correr en vez de caminar y un conocido Lasallista, hermano de un ex-alumno, decide acompañarme, con solo 15 años me soprende el gusto musical que tiene. Este tiene que ser uno de los momentos mas agradables del viaje y entre Maná y Juan Luis Guerra, llegamos a Compartición sin darnos cuenta.

Mi padre se ha ido al Tetero, so, oficialmente, soy líder de grupo (inserte puñito de Whatsapp aquí). Los guías no harán lo que han hecho hasta ahora, todos van con un grupo asignado de campistas, y todo aquel que pagó su mulo se irá en su mulo, al menos intentaremos hacerlo así. Al final del desayuno, recogemos campamento y empiezan a marcharse aquellos que van a pie, quedándome al final del grupo con 4 personas que caminarán y el líder de los guías, Alexis. En esta parte del trayecto, estos campistas que van a pie, se convierten en mis hermanos por el resto del día. Melissa, Rosa (encargada directamente por su hermano a mí), y los tórtolos Cynthia y Rogelio. Tanto fue lo que hablamos en el camino que sin darnos cuenta habíamos subido la temida Vela, o sea, lo sentíamos, pero no era lo que esperábamos. Por segunda vez estamos en Agüita Fría, bebemos mas agua del yacimiento del rio Yaque del Sur, comemos, nos encontramos con algunos del grupo y decidimos que es hora de continuar por el famoso atajo (para algunos, el atajo del Diablo) para llegar al valle del Tetero.

Esta parte del trayecto consta de 13 grandes subidas y bajadas (camino totalmente montañoso) incrustadas en el medio del área por donde el gran fuego consumió el parque hace casi 10 años, por lo cual es un camino totalmente deforestado, donde apenas ahora empiezan a verse rastros de nuevos pinos creciendo. Las piedras en el camino hacen del trayecto uno insoportable, le llevamos conteo de caídas a cada uno de los hikers, nos encontramos a Vicky en el camino, la agregamos a nuestro grupo de rezagados y seguimos. Se avista el valle a la distancia, no soportamos los pies, no tenemos uñas, no tenemos agua, el camino en cada momento peor, los mulos de carga nos pasan y es tan estrecho el camino que no tenemos a donde movernos, no adentramos a un pequeño bosque y se acabaron las montañas.

Una pequeña planicie nos indica el inicio del valle, queremos correr pero no podemos, gritamos de alegría, seguimos caminando, vemos varios campamentos antes de llegar al nuestro, Cynthia consigue una Coca-cola con unos amigos, el resto seguimos, solo queremos llegar. Al fin vemos las caras conocidas, todos están aquí, algunos armando, otros esperando la carga, decido pedir prestado traje de baño y toalla, vamos al rio, y por 2da vez, el agua mata las penas, Dios, que sensación, esta frío, pero que rico.

Volvemos al campamento, armamos, cenamos el mejor sancocho del mundo, y cada quien, a su alcohol favorito le canta un himno, mi veneno es el vodka, por segunda vez en el viaje, digo "lo hice". Paula nos deleita con el playlist mas corta-venas que pudo elegir, y algunos no podemos evitar cantar a todo pulmón.

Día 3

El frio me levanta a las 4 am, los pies se me congelan, el sueño que sigue es efímero por lo que decido levantarme a las 7 am, los viejos ya están en pie, Manolo, papi, Radovich, Yoyo y el doctor, me les uno luego de cepillarme y vamos a tomar una secuencia de café, te de jengibre y chocolate. Nuestros campistas empiezan a levantarse y entre guías y amigos empiezan las consultas médicas. Esperamos el desayuno y entre una cosa y otra, conocer los campamentos aledaños, ya es hora de la ballena.

Si en el viaje hubiese un rave party este sería el lugar. Creo que áramos como 60 personas o mas en todo momento en el mejor balneario del viaje, una posa bien grande, piedras de las cuales nos podemos lanzar (con cuidado de no rompernos algo) y cada adulto responsable con su botella de medicina anti-frio (alcohol etílico) amarrada con una soga a la muñeca de la mano dominante. El agua pica, hablamos, cantamos, fotos, nos tiramos, nos salimos nos quejamos del frío, volvemos a tirarnos, nos relajamos unos con otros, comemos, nos lavamos de pies a cabeza y a las 4 pm volvemos al campamento.

Luego de ropa seca, algunos duermen, otros contemplamos la naturaleza, algunos buscaran desesperadamente donde "dar del cuerpo", nos comemos un locrio (que no es la cena aún). Con compañeros y ex-alumnos empezamos a discutir sobre la dualidad de los gustos musicales de la epoca actual, discutimos el dembow y la musica clásica de Beethoven, nos acaloramos y al final admitimos que es nuestra culpa que la musica que se oye hoy sea tan mala, que tema, ¿no?

Llega la hora de la cena, pasta, hmm, perfecto. Vamos a la fogata y por primera vez hacemos una interacción grupal, nos ponemos nostálgicos y empezamos a entender el tremendo viaje que ha sido con la calidad de las personas que nos han acompañado, la amalgama de personalidades y los cuentos de lo sucedido.

Progresa la noche y el valle se empieza a callar, solo algunos grupos siguen en pie porque al otro día hay que caminar, aquí llegan trovadores de diferentes campamentos, guitarras, tamboras, chistes, tiene que haber sido la noche social mas dinámica que he vivido en uno de estos viajes, Chamboneamos (chiste interno) hasta las 2 am. Apagamos las fogatas y nos dormimos.

Dia 4

El frio hizo de las suyas de nuevo, los pies, los malditos pies. Tendré que invertir en un mejor sleeping bag o convencer a mi esposa que me acompañe.

Cepillamos, lavamos cara, desayunamos, recogemos y empacamos. Cargamos merienda, agua y hacemos una division de mulos. De nuevo, atras de grupo, cerrando y protegiendo a los desprotegidos, esta vez Richard, Rogelio y Rosa (3Rs), Cynthia en mulo, decidimos enfrentarnos a la escalada al cruce. Lo hacemos en el tiempo estimado, estamos exhaustos. Del cruce en adelante, todo es bajando, algunos corremos, otros empiezan a sentir síntomas en las rodillas del tanto frenar. Una vez llegamos a los tablones compramos un jugo de naranja natural, delicioso por 15 pesos. Nos rebasa un chihuahua en una mochila y así llegamos a la parte plana y final del recorrido. Esto fue eterno.

30 minutos después de la hora que estimé (3:00 pm) subimos la ultima colina y oimos el muffler de un motor, it's over.

La realidad impacta, los carros, las guaguas, los edificios de cemento. Llegamos al colmado y ahí esta el grupo, 18 grandes abajo, 7 más del primer paquete. La cerveza es como el baño de agua fria, el cual algunos hacen al bajar. La esposa de la pareja del primer día, recuerdan? se llama Patricia y esta de cumpleaños, vamos a la "discoteca", compra su esposo una vela, 2 "ajogaburros" y ese es su bizcocho, se baila, se toma, goza.

Llega la hora de irnos, nos montamos en la guagua, conteo final, y arrancamos. En el viaje de regreso nos paramos como 4 o 5 veces mas a dejar salir agua y dejar entrar mas cervezas, empezamos a ver las fotos, algunos nos comunicamos con nuestros seres queridos, y por 3era vez me digo a mi mismo "lo hice".

Referencia:


  1. Orvis K. The Highest Mountain in the Caribbean: Controversy and Resolution via GPS. Caribbean Journal of Science, 2003; 39(3)






Algunas fotos más:

Eduardo, Ramón, Ada y Vicky

Mi super fogata del día 1

El gran Yoyo e Ive

Valle de Lilís y al fondo, el majestuoso

Matías y Sabrina

Melissa, Cynthia, Jose, Isleny, Breton y Rosa

Melissa, Vicky, Rosa, Rogelio y Cynthia
Fogata día 2
Los guagueros


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