miércoles, 27 de febrero de 2013

¿Por qué hay que lavar las toallas?

Todos, o la gran mayoría de personas, han escuchado una de esas preguntas preguntativas que dice: si cuando me seco con la toalla luego de bañarme estoy limpio, ¿por qué tengo que lavar la toalla?, ¿por qué toma ésta mal olor? Estas preguntas, a pesar de ser lógicas, no tienen razón de ser, puesto que las toallas, luego de varios usos, terminan casi tan sucias como estábamos nosotros antes de bañarnos.

Nuestra piel secreta muchos componentes durante el día, muchos de estos son sales compuestas por cloro y sodio, secreciones cebáceas con consistencia grasosa, y ciertas sustancias que expulsamos por las glándulas en ella. Además de esto tenemos todos los detritos que andan flotando en el aire como polvo, pelo y el humo que no apreciamos. Tenemos que pensar que también nuestra piel expulsa capas de la misma todos los días. El punto es que al final del día nuestra piel puede estar sumamente asquerosa, y es por esto que nos bañamos, no solo para elevar nuestra temperatura y para eliminar los malos olores, si no para limpiar nuestra piel, nuestra barrera externa.

Muchos de los componentes pueden removerse solo con agua, estos serán los hidrofílicos o solubles en agua y por ende son arrastrados con ella al ponerse en contacto con el caño. Sin embargo, el resto de los componentes, los que no se mezclan con el agua o hidrofóbicos, se quedarán en nuestra piel, esperando ser removidos de manera diferente.

Es aquí donde entra en juego el jabón. El mismo proviene de la saponificación de las grasas... sí, el jabón viene de las grasas. Por esto es que el jabón remueve grasas de manera más efectiva. Las moléculas de ácidos grasos en el jabón, al entrar en contacto con el agua forman unas pequeñas esferas llamadas micelas, en las cuales contendrán toda substancia que sea hidrofóbica. Esto porque los ácidos grasos tienen una cadena con una cabeza hidrofílica y una cola hidrofóbica, lo que les permite tomar esa forma esférica al entrar en contacto con el agua.

Entonces, casi al final de nuestra ducha nuestro cuerpo enjabonado tendrá millones de micelas rodeando partículas de suciedad por todo nuestro cuerpo. A pesar de muchas de estas ser eliminadas con el enjuague, algunas permaneceran en nuestro cuerpo, y ahí entra la toalla. Esta se arrastra por nuestro cuerpo, recogiendo entre sus fibras lo que queda en nuestra piel de la suciedad que ya ablandamos.

Con el tiempo las toallas acumularán esta suciedad y por ende empezarán a tener mal olor y a verse "curtidas", y ésta mis queridos leyentes, es la razón por la cual las toallas, que nos limpian a nosotros, deben de ser limpiadas cada cierto tiempo.

Enjoy!

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